¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

Frontispicio.

Rutilio Ortiz Zárate.

Hace 82 años por los meses de junio de 1937, Pablo Picasso pintó una de la obras más polémicas de su vida artística el “Guernica”, una obra plástica que literalmente no tiene pies ni cabeza. El pintor quizo plasmar el terrible desastre que provocó la “Lutwaffe” alemana al bombardear esta villa en la región Vasca de España. Eran los años de la guerra civil y Hitler expresó su apoyo al movimiento Falangista de Francisco Franco enviando su poderío aéreo.

Cuenta la historia que años después un grupo de alemanes al conocer la obra pictórica expresaron su disgustó diciendo: “qué horrible cuadro”, a lo que el artista contestó: “efectivamente, el que ustedes dejaron.”

En el México de los años 20 y mediados de los 30, Diego Rivera plasmaba su obra mural en los muros del cubo de la escalera central del Palacio Nacional. En el sur del mural en la parte más elevada, resaltando por sus colores, el muralista fijó la estrella comunista con la hoz y el martillo de la dictadura proletariada, algunos políticos de la rancia escuadra obregonista y callista expresaron su desacuerdo y obligaron al artista a borrar esa insignia, afortunadamente llegó a la presidencia Lázaro Cárdenas y evitó que esa censura moralista se llevara a cabo, quedando el símbolo en el extremo izquierdo del mural como un encuentro ocasional entre un obrero y un campesino.

Estás dos anécdotas vienen a cuento por lo que ha sucedido con motivo de la pintura del artista Fabián Chairez, una tela pintada al óleo donde aparece una figura semejante a Emiliano Zapata con un cuerpo estilizado en forma femenina, zapatillas de punta montado sobre un caballo con una erección.

Esta pintura ha desatado diversas críticas, algunas de ellas muy furibundas y con la presencia de presuntos grupos campesinos que por fin tuvieron la oportunidad de conocer por dentro, las instalaciones del Palacio de las Bellas Artes.

Algunos políticos que tienen por deporte idolatrar a los personajes de la revolución han elevado su voz en WhatsApp, movilizado sus dedos pulgares para digitalizar sus consignas y exigir que se elimine ese acto de agravio al prócer agrarista.

Me recuerdan a los burócratas del 68 que hicieron un acto de desagravio a la bandera nacional solo porque los estudiantes en la marcha del 13 de agosto habían izado una bandera rojinegra.

Leo las declaraciones de algunos cubos políticos del PRI que se rasgan sus trajes Ermenegildo Zegna o sus vestidos Cristian Dior, porque el “Atila del sur” ha sido tratado como un gay, joto, marica, puto, mariposo, lilo, etcétera.

Actúan iracundamente desde la comodidad de sus sillones y lanzan consignas, tal es el caso del célebre líder de campesinos Augusto Gómez Villanueva, político de un raro, por decir lo menos, espíritu agrarista, ya que cuando fue diputado federal en la 54 legislatura votó por la reforma constitucional al artículo 27 que desapareció el ejido como medio de propiedad y producción de los campesinos.

Y al ver el activismo de estos priístas es cuando entendemos el nivel, ya no de su crisis sino de su desgracia.

Alejandro Moreno quiere dirigir a un partido político en la oposición y se ha encontrado a una burocracia sin motivo político, convicción social y actitud de lucha. El PRI está enmohecido, con rigidez en sus articulaciones sociales, sin voz, sin ideas ni propuestas porque su estructura responde a la nómina no a los ciudadanos.

Alejandro y Carolina se están topando con un sistema diseñado para no hacer, no estar, no moverse. La política del corcho es la mejor política, flotar para resistir la marea sin riesgos.

Hace unas semanas vi un destello de oportunidad en el Concurso de Debate que organizó el Instituto Reyes Heroles, mujeres y hombres, jóvenes y adultos con ganas, coraje, esfuerzo y valentía por hacer la hazaña de tener un partido competitivo, eficaz y de resultados. La generación que salve al PRI tiene una primera batalla que ganar: acabar con la simulación.

Los políticos de escritorio, de pose, de simulación son los que tienen al PRI en el 40 % de percepción negativa. Los militantes todo terreno, con identidad social y sentido de pertenencia no están en el pingüe debate por una obra pictórica sino por el rescate de la política y de los políticos.

Así, mientras en la plaza pública se debate el sentido y rumbo de un nuevo régimen político para el país, en el PRI se discute la santidad de Zapata… y de Gómez Villanueva.