El (otro) tratado.
- La Trifulca
- 17 dic 2019
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Rutilio Ortiz Zarate.
El (otro) Tratado.
Muy poco le duró el gusto al gobierno mexicano sobre la firma del Protocolo de Modificaciones y su aprobación en el Senado de la República.
El sábado 14 de diciembre nos enteramos que en el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica se estaba cociendo una de ley que permite la presencia de inspectores, monitores, verificadores, pilmamas, o como usted quiera llamarle en por lo menos tres áreas: laborales ambientales y protección de especies en nuestro país.
Ahora bien, no nos espantemos ni reaccionemos como si esto en México no sucediera.
Después de la primera Guerra mundial pero con mayor énfasis a partir de la segunda, la colaboración entre México y los Estados Unidos de Norteamérica se fue fortaleciendo al grado tal, de que son muchas y diversas agencias del gobierno de los Estados Unidos en nuestro territorio nacional, que han venido trabajando de manera encubierta o a plena luz.
En la década de los ochenta, el periodista Manuel Buendía, publicó algunos libros: la “ultraderecha en México” y “la CIA en México”, en ambos textos el autor demostraba como diversas agencias dependientes de los departamentos de Estado, Justicia, Tesoro, Comercio Defensa y de inteligencia han trabajado con gobiernos federal, estatal, municipal, con grupos religiosos, empresarios, estudiantiles y culturales funcionaban desde entonces y esta práctica no ha disminuido, muy al contrario, después de lo sucedido el 11 de septiembre del 2001,en la torres gemelas de Manhattan, se incrementaron.
El giro que da la iniciativa de ley, al proceso de ratificación por parte de los órganos legislativos de los vecinos del norte es de 185 grados. Se complica el panorama del gobierno mexicano y se ponen en evidencia sus prisas por firmar este vital documento.
Seade se llama a engaño, dice haber actuado de buena fe y confianza en sus interlocutores, y es difícil no creerle, lo que no es admisible es que se actué con candor, arrogancia e inexperiencia ante los negociadores norteamericanos.
¿Porqué digo esto?
Primero. Las negociaciones tienes una fase crucial, la aplicación correcta de las partes pactadas. No se debe ni se puede negociar un tratado comercial manteniéndose ajeno o distante de los procedimientos ejecutivo, legislativos y legales que son causa del tratado. Omitir este paso es una conducta de principiantes.
Segundo. Los empresarios y sindicatos mexicanos se quejaron de la actitud de exclusión de las autoridades mexicanas para con sus compatriotas en el último tramo de negociación del Protocolo. Esta exclusión presume que el Gobierno Federal estaba negociando partes muy sensibles para los connacionales y querían evitar vetos o rechazos abiertos. O también la posibilidad de que existen temas adyacentes al Tratado y su Protocolo que no tenían que ser del conocimiento de otros entes.
Tercero. Nadie puede regatear la experiencia negociadora de Gustavo Seade pero si se pone en la mesa, la experiencia y el conocimiento de las tripas o entramado de la clase política, laboral, agropecuaria y empresarial de los norteamericanos. En esto se ve inexperiencia del gobierno porque nadie cálculo las reacciones, los rebotes, los intereses regionales y locales que en el país vecino iban a resortear los contenidos de los acuerdos.
Por último.
El Gobierno de López Obrador está jugando de manera muy arriesgada. Le están apostando a la popularidad del presidente como el dique suficientemente sólido para que todo pase y todo se soporte. La opinión pública está muy consiente de la necesidad de un tratado de libre comercio que rompa con la recesión técnica en la que esta el país. La confianza extranjera y nacional para invertir depende en gran medida en este acuerdo. Ceder más no va a consolidar la confianza ni la popularidad del presidente. Otorgar más concesiones en el tratado y en sus sucesivos protocolos es algo que el empresariado y las organizaciones laborales ya no van a aceptar.
Lo reitero, el problema de firmar tan de prisa es que no se atemperaron los apetitos intervencionistas, al contrario, tuvieron un incentivo. El Congreso de la Unión tiene la solución: redactar las leyes que nos protejan de la intervención extranjera. El Gobierno de la República tiene la solución pero debe estar dispuesto a dar un paso político que, hasta hoy, lo ha creído innecesario: convocar a la unidad nacional para la defensa de los interés nacionales.
No queremos otro mitin ideológico en Tijuana; queremos, necesitamos un acuerdo político entremexicanos en el mismo edifico donde el ejecutivo pacta con extranjeros.
Yorumlar